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Belén Gopegui: “Es hora de cambiar nuestros sueños”

La editorial Anagrama publicó su primera novela, La escala de los mapas. La última de Belén Gopegui (Madrid, 1963) se titula Quédate este día y esta noche conmigo y es una solicitud de trabajo que tiene a Google por destinatario. Una novela intergeneracional que disecciona las relaciones humanas y critica la desigualdad social y la deshumanización tecnológica. Dos generaciones, dos vidas que no estaban llamadas a encontrarse, ponen a Google contra las cuerdas.



—'Quédate este día y esta noche conmigo'. Por el título, podría ser una novela de amor, pero es mucho más.

—Creo que la relación de la novela es una relación que no se puede etiquetar pero, además, la novela trata de por qué vivir y para qué vivir.

—A Mateo le obsesiona averiguar si el mérito debe ser desterrado de las relaciones humanas. Para él, nadie debe hacer del mérito un privilegio.

—Sí. Yo estoy de acuerdo con él. Creo que la igualdad de oportunidades es imposible. Que, por lo tanto, hay que buscar otra forma de ordenar la sociedad.

—Una novela intergeneracional y una novela de ideas. Sin apenas acción. Algo poco frecuente.

—Cuando se dice que hay ideas en una novela parece algo que va a costar más leerla, pero, sin embargo, siempre pensamos mientras leemos. Es imposible leer solamente imaginando. Yo quería dejar un espacio a esa forma de leer: de leer pensando.

—A Mateo le interesan los robots. Recurriendo a su retórica, ¿qué ocurrirá cuando un robot sepa que es una máquina?

—Creo que la pregunta que de verdad le interesa a Mateo es qué ocurrirá cuando nosotros las personas nos demos cuenta de que somos máquinas.

—Google está muy presente en nuestras vidas pero, salvo obras como la suya, está totalmente ausente de la literatura.

—Sí. Eso es un fenómeno curioso que, en realidad, las novelas parece que siempre hablan solo de dos o tres temas, que son el amor, el adulterio, los delitos y los asesinatos. Pero hay toda una parte de la realidad que dejan fuera. Y Google es una de esas cosas.

—Llama la atención el arranque de su novela, escrita como una solicitud de empleo.

—Es que yo creo que las solicitudes de empleo son documentos muy literarios, en realidad. Porque ahí es donde una persona se juega la vida en unas palabras. Y eso es también la literatura, de algún modo. En realidad, te juegas la vida más en una solicitud de empleo que en la literatura porque, al fin y al cabo, en una solicitud de empleo tienes más que perder.

—Usted pensaba que la red nos iba a entrelazar, pero al final está ocurriendo lo contrario.

—La red iba a ser un espacio común y ahora se ha convertido en un espacio propiedad de las empresas. Yo lo comparo con la diferencia entre una plaza de pueblo y un centro comercial. La red iba a ser una plaza donde podíamos encontrarnos todas las personas y ahora se ha convertido en un centro comercial. Entras en una tienda de Google, o de Twitter, o de Facebook, y en todas tienes que pagar con tus datos.

—Un libro contra Google. Como si escribiera contra la CIA. ¿No corre ningún peligro?

(Ríe). De momento no he notado nada. Mientras navego, Google no me ha mandado ningún mensaje, pero quién sabe. Estoy ahí vigilando.

—Escribe usted en su novela: “La inteligencia artificial está aquí ya, aunque sigan buscándola”.

—Para escribir la novela, me documenté mucho. Hablé con muchas empresas que se dedican a la inteligencia artificial, a los modelos matemáticos. Y esto me lo dijo una de las personas que trabajaba en una empresa, contándome que todo lo que había en la red, si fuéramos capaces de organizarlo, no con fines económicos, es una forma de inteligencia que es distinta a la inteligencia de un ser humano tomado de uno en uno.

—La situación laboral de los jóvenes es injusta y triste. ¿Lo importante es participar o ganar?

—Claro, esto es tristemente divertido, porque, digamos, todo el sistema educativo te está diciendo que lo importante es participar, pero toda la realidad te está enseñando con los hechos que lo importante es ganar. Yo creo que lo importante no es ganar, pero para eso hay que la cambiar la sociedad.

—Usted ha intentado saber si el personal de limpieza de Google es contratado o subcontratado y no hay manera de saberlo. Igual allí no hay polvo que limpiar.

(Ríe). Sí. Sí que hay. Es lo que se olvida, que en Google trabajan personas que van también al baño, que comen, que tienen frío y calor y que necesitan energía para no tener frío, no tener calor, y todo eso lo hace gente que vive peor que ellas.

—El libro no es optimista. Escribe usted: “Superman no va a venir y soñar cansa”. ¿Es hora ya de despertar?

—Yo creo que es hora de cambiar nuestros sueños.

ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO