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María Jesús Sánchez | Zen

En los días oscuros reviso mi vida y siempre soy yo la culpable de mi dolor. Soy descomunalmente dura conmigo misma. He leído tantos libros orientales sobre meditación que he llegado a tener la falsa idea de que todo depende de mí, como si yo fuera una superheroína que todo lo pudiese y todo lo aguantara.


No soy justa conmigo misma: tengo más compasión con los demás que conmigo. ¿Cómo no iba yo a estar mal si me golpearon? Si me trataron como un número sin vida, como una ficha que se mueve a la que no se le pide permiso. Mi vida ha sido un juego sin dado que algunos han programado a su antojo. 

Analizo los hechos una y otra vez y me critico, me digo que podría haber reaccionado de otra manera, que debería haber sentido de otra forma... Como si los sentimientos o los pensamientos se eligiesen. La única reacción que conseguí que me salvara, que no me hundiera por el maltrato recibido fue la rabia. Esa rabia que aún hoy sigue entre mis clavículas, estira mi piel y produce dolores de cabeza desalentadores. 

Voy a mandar a la mierda a todos esos libros que pretenden que yo sea zen, que yo sienta pero no padezca, que pretenden que yo viva en esta jungla que es la sociedad actual como si residiese en un monasterio en medio del Tíbet, sin presiones, sin metas, sin egoísmos propios y ajenos. 

Nos exigimos demasiado. Y yo solo soy una mujer de carne y hueso, con una sensibilidad infinita a la que le duelen las cosas, a la que las injusticias le cabrean; una mujer a la que no le gusta el "sálvese quien pueda". Mas que trabajar la ecuanimidad, en mi caso lo que necesito es aceptarme y quererme más, ser más amiga de mí misma y permitirme sentir el dolor cuando me dañan. 

No pude hacer otra cosa. No pude conseguir que no me afectara que me trataran como un trapo. Soy solo yo, humana e imperfecta. Ahora los golpes duelen menos porque he cumplido años y he decidido que es mejor estar en paz que tener razón.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ